Debido al deterioro del cementerio donde podría hallarse el cuerpo de Antonio y por los riesgos de seguridad que representaban su búsqueda y recuperación, la familia recibió el acompañamiento en ese proceso por parte de la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello.

En 2021, con la esperanza de que el Acuerdo de Paz de 2016 facilitara encontrar a su padre, su hijo acudió inicialmente a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y luego a la oficina en Bogotá de UBPD.

Él presentó la solicitud de búsqueda, aportó los datos que recogió acerca de la desaparición de su padre y la UBPD comenzó la investigación humanitaria y extrajudicial. En 2022, familiares y un equipo forense de la UBPD viajaron hacia un cementerio del Casanare donde estaría el cuerpo de Antonio.

Entrega del cuerpo

En un acto simbólico celebrado este miércoles, su familia recibió el cuerpo tras un largo proceso de búsqueda del que nunca desfallecieron. Del suelo del salón donde se celebró brotó una gran mandala en forma de árbol que se podía ver desde las raíces hasta las últimas hojas de la copa.

Y regados, como si fuesen ramas y frutos, estaban algunos objetos que recordaban a Antonio y a su hermana María, que lideró fervientemente la búsqueda y que murió sin poder confirmar que el cuerpo que habían encontrado era el de su hermano.

Las prendas de vestir como los sombreros que le gustaban a Antonio y unos pétalos de rosas amarillas, el color preferido de María, son parte del recuerdo y de la esperanza.

Luego del homenaje en el salón y después de una sentida misa católica presidida por el padre jesuita Javier Giraldo, quien ha impulsado la búsqueda de las personas dadas por desaparecidas en Colombia, el cuerpo de Antonio fue llevado a un cementerio de Bogotá donde esta vez, de manera digna, fue inhumado en un osario.

Así concluye la búsqueda del cuerpo, pero pervive la búsqueda de la verdad. 

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