Desde ahí empezaron a aparecer comentarios de personas que alegaban que todo era mentira. Personas que se dieron a la búsqueda entre los créditos de la película y no encontraron su nombre por ningún lado, revisaron en la Internet Movie Database, un sitio web que alberga información y metadatos de la mayoría de producciones cinematográficas y allí no hay rastro de Fernández o algo que indique que estuvo involucrada en el proyecto.
De inmediato, los amantes de las historias de internet empezaron a indagar en la carrera de Geraldine Fernández, en su perfil de LinkedIn encontraron que tiene una maestría en la universidad de Tokio y que adicionalmente ha colaborado con grandes empresas, incluido, el Estudio Ghibli.
La revista Cambio reveló que Tecnoglass cuestionó a Fernandéz, ella, en respuesta, adjuntó varios certificados en japonés, pero reflejarían otra cosa, según el medio “eran reconocimientos por la participación en concursos de cerámica.”
La ilustradora habló en Blu radio, y aunque sostiene que sí trabajó con el Estudio Ghibli y que recibió un pago, no hizo los 25.000 fotogramas que mencionó, sino solo un par de escenas e lustraciones de espacios y escenarios.