Los recientes acontecimientos en torno a la corrupción de algunos políticos en la UNGRD han dejado, nuevamente, en evidencia el “cáncer” histórico que carcome el sector público, de la mano de algunos pésimos representantes de la política colombiana.
Sin embargo, otros políticos, siempre de la oposición (hoy de derecha, ayer de izquierda) bajan a niveles de mezquindad en busca de réditos políticos que encuentran eco, sin dificultad, en la ignorancia y en la militancia de muchos colombianos. El resultado: el daño a la reputación de políticos, de partidos y de la política, cada vez más desprestigiada.