La deportación de inmigrantes a Colombia ha generado un conflicto diplomático y económico con Estados Unidos, lo que ha implicado tanto tensiones políticas como cargas financieras para el país.
El reciente desacuerdo comenzó cuando el presidente colombiano, Gustavo Petro, expresó su rechazo a recibir vuelos de deportados desde EE.UU. debido a preocupaciones sobre el trato digno hacia los migrantes. En respuesta, el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó con imponer aranceles del 25% sobre productos clave de la exportación colombiana, lo que podría afectar gravemente la economía, especialmente el sector agrícola, que depende en gran medida de la exportación de flores y otros productos.
Para evitar una crisis económica, ambos países alcanzaron un acuerdo: Colombia aceptó recibir a los migrantes deportados sin demoras, y Estados Unidos suspendió la amenaza de aranceles y restricciones de visa.
Este pacto, sin embargo, ha dejado a Colombia con la responsabilidad de asumir los costos asociados a la recepción, transporte y reintegración de los deportados.
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Las cifras que Colombia debería asumir:
El costo de repatriar a un colombiano deportado desde Estados Unidos varía según el tipo de vuelo. Según el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) del país, el precio promedio de un vuelo chárter programado es de 8.577 dólares por hora, mientras que los vuelos especiales de alto riesgo oscilan entre 6.929 y 26.795 dólares por hora, dependiendo de los requisitos del avión.
Estas tarifas no solo incluyen el costo del vuelo y combustible, sino también gastos adicionales como la tripulación, seguridad, personal médico y los costos asociados con la aviación y el sobrevuelo. En pesos colombianos, esto equivale a un rango de entre 27.716.000 y 107.180.000.
Dado que Colombia recibe miles de deportados cada año, esta cifra representa una carga económica considerable para el país.