Gregario modelo, Sepp Kuss prefirió estar a la sombra hasta saltar al primer plano en La Vuelta, donde se apresta a convertirse en el primer estadounidense en ganar una vuelta ciclista de tres semanas desde hace diez años el domingo en Madrid.
El miércoles pasado, en la cumbre del Angliru, Kuss con el maillot rojo de líder y subido en el sitio del copiloto de su equipo Jumbo-Visma para volver al hotel, vio a su compañero Primoz Roglic acercarse por el retrovisor.
Enseguida abrió la puerta y propuso a su habitual capitán ponerse en su lugar. “No, no, quédate”, le dijo el esloveno antes de subir detrás, toda una imagen de su habitual dedicación al equipo.
“Ya no soy alguien en la sombra”, explicó el gregario de Durango, en Colorado.
Sepp Kuss, de 29 años, es un perfil muy buscado en el ciclismo: el de un lugarteniente fiel en montaña. Un sherpa cuya misión es escoltar a sus líderes en las rampas más duras y, a veces rescatarlos, como en 2020 cuando tiró de un Roglic pálido hasta la cumbre del Angliru.
El águila de Durango brilla en ese papel de San Bernardo que implica sacrificar ambiciones personales, pese a que “tal vez sea el mejor escalador del pelotón actual”, según el colombiano Egan Bernal, vencedor del Tour de Francia 2019.
“No ganar a cualquier precio”
Kuss también tiene una gran resistencia: es el único corredor junto con el español Luis León Sánchez, en haber participado en las tres grandes Vueltas este año, una hazaña en si misma dado la exigencia de esas carreras de tres semanas.
Afiló su talento de montañero en su casa, en las Rocky Mountains, donde su padre Dolph era entrenador del equipo estadounidense de esquí de fondo y donde empezó, como todos sus amigos, con la BTT de la que será campeón nacional. “El ciclismo de carretera era considerado como un deporte un poco anticuado”, recuerda.
Sin embargo, le tomó gusto y emigró a Europa para unirse al Jumbo-Visma, donde asiste a Jonas Vingegaard y Roglic en la conquista de seis grandes Vueltas (dos Tours de Francia para el danés, tres Vueltas y un Giro para el esloveno).
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Sus cualidades son tales que en muchos equipos sería el líder.
Pero, Kuss, que estudió literatura inglesa en la universidad, prefiere un papel menos vistoso. “La victoria no es para él”, decía su madre Sabrina al diario local The Durango Herald.
“No soy la clase de persona que quiere ganar a cualquier precio”, confirma el interesado.
“Bueno con todo el mundo”
Así que al llegar a la Vuelta-2023, donde se declara “encantado” de poder de nuevo “ayudar a Jonas y a Primoz”.
Pero, se viste con el maillot rojo de líder en una escapada y resiste después mejor de lo esperado, especialmente en la contrarreloj, su punto débil.
Su rendimiento confunde a su equipo que duda en desconectar a sus figuras antes de decidir que ayuden a su habitual ‘sherpa’, felicitado a diario por su mujer en la línea de meta.
“Nunca habría imaginado encontrarme en esta situación”, subraya Kuss, que “gana confianza día a día” sin perder nunca su sonrisa, ni siquiera cuando fue atacado por Vingegaard y Roglic en el Angliru.
“Ha hecho tanto por mí y Primoz, que estoy contento de devolvérselo”, dirá luego Vingegaard.
En el pelotón, se le aplaude. “La mayoría quiere ver a Sepp ganar”, dice Geraint Thomas, líder del rival Ineos. “A Sepp todo el mundo le quiere, es un buen chico”, dice Valter Attila, su compañero de equipo.
El público español también apoya a este estadounidense tranquilo, abierto con todo el mundo, que habla español y reside en Andorra la mayor parte del año.
“No sé por qué los otros quieren que gane. Intento ser bueno con todo el mundo”, se extrañaba Kuss al hacer su transformación de perfecto vasallo a rey magnánimo.