El pasado viernes, durante una gira al Darién previa a su investidura, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, adelantó la colocación de “cercas de serpentinas” con “el ánimo de que la gente tome el camino único para llegar hasta aquí, no diseminado”, además de la presencia policial en algunas zonas de esa selva.
Así, este miércoles el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) de Panamá cerró tres de los pasos que usan los migrantes para salir de esta peligrosa y montañosa selva, por la que pasan días tratando de atravesarla, expuestos al hambre, a la falta de agua potable, a las inclemencias climáticas y la fauna salvaje, pero también a bandas criminales y grupos armados que la controlan.
El cierre de estos pasos o ‘trochas’ se da en medio de un gran flujo de migrantes por el Darién, por el que este año han cruzado más de 195.000 personas, la mayoría venezolanos, pero también ecuatorianos y chinos, mientras que en 2023 fueron más de 520.000, una cifra inédita, según datos oficiales.