“Vae Victis”, dijo Brenno, en el año 390 a. C., después de saquear a Roma. ”¡Ay de los vencidos!” fue lo que dijo el Jefe galo, anunciándoles a los derrotados que quedaban a su merced y que no esperaran clemencia, ni justicia, ni equidad.
Muy parecido a la decisión de Federico Gutiérrez al haber “derrotado” a sus contenedores en las elecciones de 2023: “¡Ay de los vencidos!” fue su promesa latente, y durante todo su primer año de gobierno la cumplió, actuando sin clemencia, ni justicia, ni equidad contra todos los que le “olieron” a Daniel Quintero.
La supuesta existencia de una “lista negra”, investigada por veedurías como la “Nacional de Derechos Humanos, de Derecho Internacional Humanitario y Paz”, le dio credibilidad a la existencia de dicha “lista negra”, pues el origen de su investigación se basó en la Circular de la Secretaría de Gobierno y Gabinete del 28 de febrero de 2024, por la cual se prohibía expresamente la contratación de cualquier persona que hubiese tenido algún tipo de vinculación con la administración de Quintero Calle.
Aunque la Circular fue desmentida posteriormente, el “mito” o “rumor” o supuesta “decisión administrativa” fue mantenida viva, gracias al permanente discurso de odio de Federico Gutiérrez.
El “Vae Victis” al que nos estamos refiriendo no tiene nada que ver, como creen algunos descriteriados y resentidos, con que un nuevo gobierno elegido en democracia no llegue a gobernar con su propia “cuadrilla” de empleados y contratistas que trabajaron con el candidato por su elección o le aportaron dineros a su campaña. Esa lógica burocrática es legal, lícita y aceptable.
Pero la decisión de trabajar con los suyos y de ocupar cargos de libre nombramiento y remoción y de importancia estratégica para la nueva administración es muy distinta al principio “Vae Victis”, con el que se impone arbitrariamente la voluntad de los vencedores sobre los derrotados con intención de tomar venganza y hacerles daño. En una democracia este comportamiento no es aceptable -sin importar la cantidad de votos obtenidos por el ganador-, porque en ella debe primar el respeto por los principios, los valores y los derechos de todos los gobernados.
Contrarios al “Vae victis” están principios democráticos como el “Respeto a las minorías”, que siguen conservando sus derechos, protegidos por Ley, y contra ellos no son aceptables imposiciones vengativas.
Nuestro Estado Social de Derecho garantiza que los vencedores no estén por encima de los vencidos en las urnas, impidiendo el abuso de poder.
En conclusión: el ejercicio del poder en nuestra democracia no puede ser la réplica del “Vae Victis” bárbaro: nuestra democracia es inclusiva, justa, equitativa, respetuosa de la dignidad humana y limitada por la Constitución y las leyes, con la convicción que gobernar implica buscar el bienestar de toda la sociedad -de los que votaron y no votaron por el candidato ganador-, sin imponer castigos vengativos ni marginar a los opositores.