Hemos retornado a aquellos infaustos tiempos en que las hordas imponían su voluntad sin orden y sin ley. Las “tropas digitales” de hoy respaldan la existencia de “diálogos” irracionales, en los que tan irracionales son los irracionales como los que se trenzan en discusiones con esos irracionales políticos e ideológicos y con simples simpatizantes, aún más irracionales.

El diálogo de irracionales es conversación entre sordos: nadie escucha, sólo se oyen murmullos. Ni los labios en movimiento del otro se alcanzan a ver, porque no hay interés en el otro. Mucho menos hay interés en el alma del otro, en encontrar la verdad o la mentira en sus ojos, porque por el otro no hay respeto, sólo desprecio, porque no piensa como nosotros.

Adentro de la cabeza de cada uno hay un ruido que generan sus propias opiniones, también inaudibles, porque tampoco hay interés en valorar su propio argumento: es que no se trata de razones, sino de sentimientos y pasiones; es superior la convicción en que sólo creo en lo mío, afianzado por la convicción de mi “tropa digital” de simpatizantes que sólo cree en lo mismo y no en otras opiniones.

Diálogo de irracionales en el que no existen principios, ni valores, ni derechos. No existe lógica, ni concepto de justicia. Es el retorno a infaustos tiempos de violencia en los que el poder de las hordas imponían la ley… Hoy son hordas sin pieles, “tropas digitales” investidas con el poder de los bots y la posverdad, pero igualmente irracionales y violentos.

En conclusión: no se estrese, no se angustie, no pierda el tiempo tratando de convencer a quien tiene ojos, oídos y mente cerrada a otra opciones… ¡No sea usted, también, irracional!

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