Por: Nicolás Echeverry Alvarán
Senador de la República — Partido Conservador Colombiano
Desde mis inicios en la vida pública —como Edil, Concejal de Medellín, Diputado de Antioquia, Representante a la Cámara y hoy como Senador— he sostenido una convicción inquebrantable: los partidos políticos son la columna vertebral de la democracia. Son los partidos políticos los que le dan coherencia a los programas de gobierno, le ofrecen identidad al electorado y generan responsabilidad política frente a la ciudadanía.
Por eso, hoy anuncio -de manera enfática, clara y responsable- que mi voto será NO al Proyecto de Acto Legislativo que pretende permitir el “transfuguismo” en Colombia.
Permitir que un elegido cambie de partido a mitad de camino es atentar contra uno de los mayores avances que hemos logrado en nuestro sistema electoral: fortalecer a los partidos y devolverle al ciudadano garantías reales de representación. El sistema actual, con sus reglas sobre el umbral, el voto preferente, la cifra repartidora, la lista única y, sobre todo, el principio de que la curul pertenece al partido y no al candidato, fue construido para darle orden, seriedad y responsabilidad a la política.
Pretender introducir el “transfuguismo”, aislado de una reforma política integral, es desbarajustar el sistema electoral colombiano, es abrir la puerta a una atomización de la política, dar paso a una inestabilidad aún mayor que la que padecemos e incrementar la desconfianza de los ciudadanos en sus instituciones.
Colombia ha evolucionado mucho para llegar a donde estamos. Hemos entendido que la representación no es una aventura individual, sino un pacto colectivo entre un partido, sus electores y quienes ocupan las curules. Votar afirmativamente este Proyecto sería un acto de irresponsabilidad histórica.
Los partidos políticos necesitan modernizarse, sí. Necesitan abrir espacios democráticos internos, también. Pero el camino no es el “transfuguismo”: el camino es fortalecer las organizaciones, fomentar debates programáticos y mejorar la conexión entre partidos y ciudadanía.
Quiero hacer eco a la posición firme que presentó la Misión de Observación Electoral -MOE- ante el Congreso, criticando la llamada “libertad política” y llamando a la responsabilidad histórica de “legislar con visión de país, no con criterios coyunturales ni cálculos de conveniencia electoral”.
Recordó la MOE que la propuesta “desvirtúa el espíritu de las reformas políticas de 2003 y 2009, diseñadas precisamente para corregir la fragmentación, la debilidad ideológica y la volatilidad del sistema político colombiano. Aquellas reformas buscaron precisamente fortalecer los partidos, hacerlos más democráticos internamente, más representativos y más responsables frente a la ciudadanía”.
Insisto en hacerle eco a alertas frente a una práctica oportunista que golpea directamente la democracia representativa y participativa, precisando que “la curul no es un bien personal, es una representación colectiva”.
Por la responsabilidad que tengo con quienes me eligieron y por la convicción profunda en que la política debe ser seria y de principios, mi voto será y seguirá siendo NO al «transfuguismo«.
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