Un momento que rompió el silencio entre ambos

Betancourt recordó el día en el que vio a Martín Sombra llorar luego de que le dieran la orden de abortar a su hijo, algo que le impactó mucho según mencionó a Kienyke.

Además relató que durante su cautiverio, estando en condiciones que describió como “un campo de concentración improvisado por las FARC”, Sombra mostró humanidad, cuando le entregó una carta enviada por su madre, transportada por un sacerdote: el único contacto que tuvo con su familia en casi siete años.

“El me lo entrega por entre las rejas y lo veo con los ojos muy aguados”, contó. “Entonces le digo: ¿sobre qué le pasó ayer? Y me dice: ‘No, no, no le puedo… no sé si voy a llorar’. Dígame qué es lo que le está pasando”, contó señalando que su estado la alarmó. 

Finalmente, Martín Sombra rompió en llanto y reveló: “Es que me acaban de dar la orden de abortar a mi hijo”. Su compañera sentimental, una joven guerrillera muy joven, estaba embarazada de ocho meses. “Verlo llorar… un comandante curtido de las FARC, llorando por semejante orden… eso revela que por más de que él hubiera tratado de matar todo lo humano que había en él, quedaba una luz”, reflexionó Betancourt.

El primer encuentro

Betancourt también evocó el momento en que lo conoció. Fue cuando ella fue trasladada de una zona bajo el control de Joaquín Gómez a una dominada por el Mono Jojoy, líder que calificó como “sanguinario” que implementó una política de endurecimiento en el trato a los secuestrados.

Martín Sombra fue el encargado de hacer ese traslado. “Pasar bajo el comando del Mono Jojoy era ir de Guatemala a Guatepeor. Era un momento muy difícil, muy estresante”, señaló.

Ese cambio marcó el inicio de una etapa aún más dura de su cautiverio, con mayores restricciones, vigilancia y violencia psicológica. Y aunque Sombra no fue ajeno a esas dinámicas, su presencia dejó una huella menos brutal, quizá más contradictoria.

“Preferí guardar esa distancia”

A pesar de haber tenido la posibilidad de contactarlo después de su liberación, Ingrid Betancourt prefirió no hacerlo. “No hablé con él. Creo que si hubiera querido, hubiera podido hablar con él. Pero no lo hice. Preferí guardar esa distancia”, dijo. Explicó que su último encuentro fue cuando Sombra la entregó a otro grupo guerrillero.

“Cuando él me entrega a este otro grupo le digo: ‘Sombra, no nos vamos a volver a ver’. Me dice: ‘No crea. Aquí se termina en unos años dando la vuelta y termino yo recibiéndola de nuevo’. Y como yo tenía la esperanza de que me fueran a liberar en ese momento, cuando él me dice eso… desenmascara todas las mentiras que nos estaban contando”, reveló.

Sobre las recientes declaraciones de Sombra ante la JEP, donde confesó haber entrenado niños para matar e incluso haber recurrido al canibalismo como método de supervivencia, Betancourt no se mostró sorprendida. “No me extraña”, dijo. “Martín Sombra era un hombre que había hecho de su vida en las FARC una especie de entrenamiento de deshumanización”.

Sin embargo, reiteró que esa fachada de dureza no era completa. “Yo lo vi hablándole a su tropa, con una dureza, un cinismo… pero yo creo que él sabía que eso era una gran mentira”, añadió recordando la imagen de Sombra llorando por su hijo no nacido contrasta fuertemente con la narrativa que él mismo intentó sostener.

Impunidad y tristeza

Finalmente, Betancourt fue categórica al hablar del legado judicial que deja Martín Sombra: uno de impunidad. “Todo el proceso de paz con las FARC es un gran ejemplo de impunidad. Martín Sombra es simplemente un caso más dentro del mar de impunidad que se ha dado en Colombia”, declaró.

Denunció que ni hubo justicia, ni reparación económica o moral para las víctimas, y criticó la forma como el país ha manejado el postconflicto. Asimismo, crítico con dureza el proyecto del presidente Gustavo Petro de la Paz Total:

“La paz total es la culminación de un proceso de impunidad global, con cinismo y con irrespeto a las víctimas”, sentenció. Aun así, aseguró que su sentimiento predominante no es el rencor, sino la tristeza: “Tristeza de ver cómo el país ha desaprovechado las oportunidades de construir una sociedad justa”. 

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