De la salsa en francés al reconocimiento internacional
En 1995, Yuri Buenaventura rompió esquemas: decidió hacer salsa en francés, un experimento sonoro que unió la cadencia afrocaribeña con la lengua de Baudelaire. “La acogida fue maravillosa, sobre todo en los países francófonos de África y el Caribe: Senegal, Malí, Marruecos, Martinica, Guadalupe… Pudimos llevar nuestra música colombiana a esos territorios y se dio un encuentro intercultural muy hermoso”.
Tres décadas después, esa mezcla cultural se mantiene viva. Yuri no solo ha conquistado escenarios europeos, sino que también ha recibido reconocimientos como el título de Caballero de las Artes y la Medalla del Congreso francés, sin dejar de lado sus raíces.
“Yo nunca he solicitado la nacionalidad francesa. Soy 100% colombiano. Amo a mi país y vengo cada dos o tres meses. Francia me enseñó mucho sobre derechos humanos y derechos de autor, pero Colombia me enseña la alegría, la solidaridad y las ganas de hacer las cosas bien”.
“Si no hay alma, no hay vida”
Detrás del artista hay un hombre profundamente espiritual. Su fe lo acompaña en cada presentación. “Antes de cada concierto le agradezco a Dios por la vida. Un concierto es algo inmaterial que sucede en ese instante. Pueden haber errores, pero gracias a Dios eso nunca me pasa”, dice sonriendo.
Para él, el alma está en la respiración. “Soy cantante, trabajo con los pulmones. Cada vez que respiramos, Dios nos presta la vida. Y yo canto para agradecerle”.
Quizás por eso, cuando canta, su voz suena como una oración. Durante la entrevista, improvisa un fragmento de su nuevo tema “Ámame”, una balada de salsa que combina sensualidad y melancolía.
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