En una victoria contundente, el candidato autodenominado “anticorrupción” y de cambio ha desafiado la tradición de gobiernos profundamente conservadores en Guatemala.
Bernardo Arévalo, el aspirante progresista que desafía la tendencia conservadora de los últimos gobiernos y se presenta como el candidato “anticorrupción” que busca dejar atrás la política tradicional, ganó con holgura las elecciones presidenciales con el 58% de los votos.
Perfil de Bernardo Arévalo
Sociólogo y exdiplomático de 64 años, Bernardo Arévalo es hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente popularmente elegido en Guatemala tras la Revolución de 1944. Nacido en Uruguay debido al exilio de su padre después del derrocamiento del expresidente Jacobo Árbenz en 1954, regresó a Guatemala durante su adolescencia.
A lo largo de su carrera, ocupó cargos como cónsul en Israel, viceministro de Relaciones Exteriores en su país y embajador en España. Actualmente es diputado en el Congreso por Movimiento Semilla, un partido que surgió inicialmente como un grupo de análisis tras las protestas de 2015 que llevaron a la dimisión del entonces presidente, Otto Pérez Molina, implicado en escándalos de corrupción.
Aunque Arévalo enfrentará desafíos significativos, incluido un Congreso mayoritariamente conservador, su habilidad negociadora podría ser una ventaja para mediar con diferentes actores del país en su búsqueda por impulsar cambios significativos y enfrentar la corrupción arraigada en el Estado guatemalteco.
Apoyo multitudinario
“El pueblo clama ‘basta ya de tanta corrupción’ (…). Trabajaremos para garantizar instituciones que ganen su confianza (…). Esta victoria es del pueblo y ahora, unidos como el pueblo de Guatemala, lucharemos contra la corrupción”, declaró Arévalo en su primera comparecencia después de conocer su victoria, describiendo su futuro mandato como “el gobierno de la nueva primavera”.
El actual presidente, Alejandro Giammattei, también expresó su felicitación a Arévalo y extendió una invitación para iniciar una transición ordenada una vez que los resultados sean oficializados.
Arévalo logró esta victoria luego de semanas de incertidumbre sobre si podría participar en las elecciones y asumir la presidencia el 14 de enero de 2024, como establecen los plazos. Su partido, Movimiento Semilla, enfrentó investigaciones por presuntas irregularidades en su creación por parte de la Fiscalía guatemalteca.
Aunque la Corte de Constitucionalidad frenó una orden de suspensión sobre el partido, el titular de la Fiscalía Especial contra la Impunidad, Rafael Curruchiche, insistió en la existencia de pruebas que podrían resultar en la suspensión del partido después del 20 de agosto.
Desafíos del nuevo gobierno
Sin embargo, es altamente probable que se enfrente a la resistencia de actores influyentes en el país, incluyendo a los magnates empresariales y la élite económica tradicional, así como la Iglesia evangélica y el sector militar.
“Una desventaja evidente es la forma en que la clase política ha tejido los poderes estatales en torno a prácticas políticas poco éticas, estrechamente ligadas a casos de corrupción. El control de las instituciones estatales pretende evitar que sean influenciadas por otros actores que podrían cuestionar la corrupción o la mala gestión, lo que podría ser un obstáculo para su gobierno”, señaló el analista Dabroy.
Las dificultades que enfrentará Arévalo también podrían manifestarse en un Congreso en gran parte conservador, donde el Movimiento Semilla cuenta con 23 diputados de un total de 160. Esto lo coloca detrás del partido oficialista VAMOS y la UNE de Torres, ambos conocidos por su habilidad para forjar alianzas en el pasado.
No obstante, de acuerdo con Carrera, directora de Acción Pública en la Universidad Rafael Landívar, “la esperanza de que una negociación con diversos actores del país funcione radica en el perfil de Arévalo, que tiene una capacidad innata para mediar. Es un hábil negociador y esto podría ser una ventaja significativa en su futuro mandato”.
No obstante, debido a que las investigaciones sobre Semilla continúan en curso y el tiempo hasta la asunción de Arévalo en enero es considerable, los expertos sugieren mantenerse atentos a las decisiones que puedan emanar del sistema judicial.
“Parece que esto no terminará con las elecciones del domingo, es probable que continuemos viendo a actores tratando de influir en el proceso electoral”, pronosticó Dabroy.