El presidente Gustavo Petro se encuentra en medio de intensas deliberaciones tras el reciente atentado en Puerto Jordán, Arauca, que dejó un saldo trágico de dos militares muertos y 27 heridos. Este ataque, atribuido al Ejército de Liberación Nacional (ELN), ha llevado a la administración a evaluar la continuidad del proceso de paz con esta guerrilla.
En un comunicado, Petro subrayó que el atentado “cierra una etapa del proceso”, una postura respaldada por el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. El presidente también condenó de manera contundente el ataque, que ha sido calificado como una violación grave del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.
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Este acto violento ocurre en un contexto tenso, donde el ELN se había negado a renovar el cese bilateral del fuego, exigiendo al Gobierno su exclusión del listado de grupos armados organizados al margen de la ley. La situación recuerda trágicamente el atentado de 2019 en la Escuela General Santander, donde murieron 23 policías, lo que llevó a la administración del entonces presidente Iván Duque a romper los diálogos de paz.
El atentado en Arauca no solo ha generado un luto profundo en el Ejército, que identificó a los soldados caídos como Bayron Correa Vargas y Julián Patiño Arango, sino que también ha sembrado el terror en la comunidad local. Los informes indican que la explosión se produjo a pocos metros de un colegio que alberga a más de 300 menores. Una profesora del lugar relató el horror vivido: “Se escuchó una detonación muy suave, al principio pensamos que eran tiros de polígonos, pero pronto la realidad se tornó mucho más alarmante”.
La magnitud de la explosión afectó incluso a las estructuras del colegio, causando pánico entre los estudiantes y el personal. “Fue un momento de pánico, uno no sabe qué hacer ni qué directriz dar”, expresó la docente, reflejando el ambiente de incertidumbre que prevaleció en la zona.