A la congelación de los fondos para programas de ayuda en el exterior -medida de la cual solo han sido eximidos Israel y Egipto-, se suma la crisis bilateral que comenzó el pasado domingo luego de que el presidente colombiano, Gustavo Petro, desautorizara el ingreso al país de dos aviones enviados por EE.UU. con deportados, alegando que, al venir esposados, no estaban recibiendo un “tratamiento digno”.
En respuesta, Trump ordenó la imposición de aranceles del 25 % a todos los productos colombianos, además de otras sanciones de viaje y migratorias y Petro contestó con una medida similar y, aunque el mismo día los dos gobiernos llegaron a un acuerdo, la tensión persiste.
Según Amcham, “la asistencia de Estados Unidos ha sido clave para la seguridad, el desarrollo económico y la estabilidad social, con más de 30.000 millones de dólares invertidos en Colombia en las últimas décadas”.
Para que Colombia no pierda la ayuda exterior estadounidense, Lacouture recomendó al Gobierno de Petro acciones como fortalecer la diplomacia bilateral; mostrar resultados concretos del impacto positivo de la asistencia, especialmente en la lucha contra la drogas; identificar áreas de interés compartido, y movilizar al sector privado y a la sociedad, incluyendo a empresas estadounidenses en Colombia.
La ayuda exterior de Estados Unidos representa aproximadamente el 70 % del total recibido por Colombia por ese concepto, según distintas entidades.